16 de diciembre de 2011

Luis Oliveto da curso de Árbitro a penitenciarios.


Unidad 9, Penitenciaria de La Plata. Más de veinte internos culminaron esta semana el primer curso de arbitraje, con salida laboral, que dicta el ex árbitro Luis Oliveto (Entrevistado en “Árbitros de Primera”) en el programa llamado “Deporte por Penales”, que ofrece la Secretaría de Deportes de la Provincia de Buenos Aires.

"Esta posibilidad es única en el mundo, y además es inédita. Hay que tener claro que lo mejor que uno puede hacer es ayudar al otro, y en este caso a aquellos que hoy cumplen condena para que al salir tengan un trabajo, un medio de vida para que no vuelvan a delinquir", afirma el ex árbitro.

El aula, de unos 25 metros cuadrados, no se diferencia de la de cualquier otro instituto de enseñanza media. Pero funciona en la unidad número 9 de La Plata, entre rejas, muros y seguridad.

En el último día de la cursada, los alumnos, que son los internos y los que dan el curso, Oliveto y otro ex árbitro, Luis Belatti, prepararon el examen final (consistió) en un multiple-choice de quince preguntas, donde los presos debieron demostrar que aprendieron las reglas durante las jornadas de enseñanza.

"Como en la vida -dice Oliveto-, en el arbitraje la teoría es distinta a la práctica. Si les planteara estos mismos problemas durante una situación de juego real, estoy seguro de que lo resolverían muy bien. Pero sobre un papel es más complicado lograr abstraerse e imaginar la jugada, no es nada simple”.

Desde marzo a diciembre, una vez por semana, Olivero y Belatti se paran frente a unas veinte personas privadas de su libertad. "Es un orgullo y un desafío -dicen- tratar de darles una nueva chance para insertarse en la sociedad cuando salgan a la calle".

Oliveto, de jean y remera, con el Che Guevara como fondo de pantalla de su celular, parece una estrella de rock de los 70. Tuvo un programa radial hace varios años en AM1600 Radio Armonía, llamado “Un gol en el infierno”, que mezclaba sus dos pasiones, el rock y el fútbol.

El clima es por demás distendido, rompe con cualquier prejuicio. La oscuridad, la tristeza y el clima espeso que se puede imaginar en los pabellones aquí no existen. El grupo la pasa bien en un espacio que los internos ya sienten como propio: no pasa sólo por el aprendizaje, sino también por el debate y la consulta.

"Lo que más los entusiasmó de entrada -cuentan los ex árbitros- fue descubrir reglas que desconocían. Son todos futboleros, pero jugar al fútbol no significa necesariamente saber sus leyes".

Una de las cosas que más rescatamos del ambiente de trabajo es que no tuvimos problemas y abordamos cualquier tipo de temática o charla sin reparos, comenta Belatti, compañero fiel de Oliveto en la ADAFI; la escuela de árbitros que comparten y llevan adelante.

"A pesar de que al principio costó un poco, se logró trabajar en un clima relajado, espontáneo. Hoy por hoy no es un problema desearles a los alumnos que tengan un buen fin de semana, grafica con este guiño al buen clima al que llegaron con los internos.

No obstante, coinciden en que el recuerdo más amargo fue el día en que -debido a una terrible tormenta- no pudieron entrar por el habitual camino por la cancha del penal, y ambos tuvieron que atravesar los pabellones. Esos mismos que, por ejemplo, albergan historias de tortura en la época de la dictadura.

"También hubo imponderables como huelgas de hambre o alumnos que, en pleno curso, fueron trasladados hacia otros penales o impedidos de participar de las clases por enfermedad u otro motivo", dicen.

Los casos que más recuerdan, sin embargo, son el de un alumno que recuperó la libertad y pidió volver para terminar el curso ("No lo dejaron, la ley no lo permite", cuentan); el de otro que no pudo dar el examen final por coincidir con el día de su juicio; y el de un tercero que peleó para que no lo trasladaran en tanto concurriera a las clases de arbitraje: "Nos emocionó", recuerdan.

La última clase termina entre abrazos y los clásicos deseos de fin de año. Una vez más y por última vez, los profesores se van y los alumnos se quedan. La diferencia es que, cuando ellos también puedan irse, tendrán la oportunidad de demostrar todas y cada una de las reglas aprendidas.

1 comentario:

Argentino dijo...

Solo con el sentimiento de Luis se encaran tareas como esta.
Orgulloso de haber compartido con él una playa en Cuba
CDF